viernes, 6 de noviembre de 2015

-LOS ÚLTIMOS SAMURÁIS: HERMOSAS FOTOGRAFÍAS DE LOS GUERREROS Y SUS CORTESANAS






   El fotógrafo angloitaliano Felice Beato llegó a Japón en 1863, cuando el país se encontraba en medio de una guerra civil. Después de pasar más de 200 años de reclusión, Japón estaba siendo forzado por los estadounidenses (bajo una misión encabezada por el comodoro Matthew C. Perry) a expandir su comercio con el oeste.

Beato fue un fotógrafo nacido en Venecia en 1832, que se crió en el protectorado británico de Corfú. Aprendió su oficio bajo el reconocido pionero fotográfico James Robertson, con quien viajó a Constantinopla para documentar la guerra civil. La habilidad de Beato derivó en que fuera (junto con su hermano Antonio) aclamado como uno de los principales reporteros gráficos del siglo.

En 1862 el artista vendió la mayor parte de su obra fotográfica e invirtió el dinero en la bolsa de Londres, donde se perdió rápidamente. Al año siguiente decidió dejar Inglaterra y comenzar una nueva aventura, esta vez en Japón.

Japón se dividió entre el shogunato Tokugawa en Edo y la Corte Imperial con sede en Kioto. Durante la próxima década, un período conocido como Bakumatsu, Japón fue desgarrado y el orden imperial tomó gradualmente el control. El momento clave fue cuando el samurái de las provincias Chōshū y Satsuma derrotó al shogunato en 1867; esto condujo a la restauración del gobierno imperial bajo el emperador Meiji.

El viaje que Beato realizó era peligroso, pues muchos de los guerreros samurái de aquel shogunato estaban matando a los occidentales en Edo; la legación estadounidense fue quemada y los occidentales amenazaron de muerte.

En una ocasión, Beato escapó de la muerte; después logró viajar a muchas de las zonas apartadas del país, donde documentó los últimos años del Japón feudal.

Entre sus primeras fotografías se encuentran los retratos de la rebelión en Satsuma llevada a cabo por samuráis, quienes felizmente posaron para él. En un retrato de grupo, cuatro samuráis muestran simbólicamente su fuerza y ​​ambición presentándose con un solo guerrero de pie sosteniendo un libro rojo de literatura inglesa y otro sentado con un cuchillo desenvainado, destacando su dominio en el conocimiento occidental y su fuerza en la tradición japonesa. Como los viajes se restringieron debido a la guerra civil, Beato abrió un estudio nuevo en Yokohama, donde fotografió a muchos guerreros samuráis y a sus cortesanas.

Después de haber viajado para sacar registros fotográficos de Constantinopla, la India y China previamente a su trabajo en Japón, Beato se trasladó a otras partes de Asia, incluyendo Corea y Birmania, antes de regresar a su Italia natal al final de su vida.

Aquí los dejamos con esta increíble selección de fotografías, coloreadas a mano, del ocaso de estos guerreros y sus costumbres: