Al poniente de Guadalajara, donde residen las clases acomodadas, las buchonas deambulan por las calles tapatías y en los centros comerciales de moda deslumbran a la gente. Se mezclan con la socialité y acuden con frecuencia a lugares de diversión, como el Dubai, Element y Vida Divina; y son aficionados a los mariscos, que consumen en lujosos restaurantes como Los Arcos y Perla del Pacífico. También degustan comida japonesa y sus lugares favoritos son el Sushi Dokio y el Nura Sushi.
Pero han aparecido en noticias como a una buchona la ejecutaron junto con el tipo (morro) que andaba, ellas saben a lo que se exponen.
¿Por qué arriesgarse? Porque necesitan dinero.
Suelen gastar al mes entre $50 y $70 mil pesos. ($2,658 Dolares) pero hay noches, como cuando a GDL (Guadalajara) llega la Feria Ganadera, en que un buchón le ha dado $30 mil pesos para vestirse para la ocasión alguna de esas chavas.
Son mujeres de uñas
largas incrustadas de brillitos o chispas de brillante; pelo lacio, largo y
oscuro. Sus cinturas, ceñidas a veces por fajas ocultas, les gusta resaltar su esbeltez.
Muchas de ellas están operadas y lucen glúteos y pechos voluminosos, cejas delineadas y labios (algunas con colágeno).
A las integrantes de
esta tendencia urbana venida del estado de Sinaloa lo mismo se les ve en antros, bares y
restaurantes locales que en palenques y lugares amenizados con música grupera.
Acompañantes de hombres que hacen ostentación de derroche y de estas chicas
exuberantes, las buchonas se convierten en pasarela…
Ellas visten ropa de
marca que exhiben con orgullo: Bebe, Studio F, Baby Phat, Ed Hardy, Coach,
Dolce&Gabbana, Louis Vuitton, Gucci y Armani… Las etiquetas y logos se
combinan con los destellos brillantes y letras que adornan sus costosas
prendas; lo mismo que su calzado, sus lentes oscuros y sus grandes bolsos que
compran en los centros comerciales de moda, como Andares y Galerías.
Sus hombres lucen
cadenas de oro y diamantes, con los que conquistan a sus variadas amantes.
Siempre van armados de sus ininterferibles nexteles… y de alguna que otra
voluminosa pistola, aunque sea de uso deportivo y sólo lance balas de salva;
son exhibicionistas. Se desplazan en coches y camionetas del año con vidrios
polarizados, blindados y decorados.
Cuando circulan por las
principales avenidas de Guadalajara los buchones siempre llaman la atención:
les encanta quemar llanta y que de sus vehículos retumbe música de banda
mientras las mujeres que los acompañan sueltan risotadas:
“Así vive un buchón.
Disfruta de la poca o mucha vida que queda”, dice el comentario en una nonoticia que tiene acceso a estos círculos.
Aun cuando es cada vez
más notoria la presencia de este tipo de jóvenes en los círculos sociales con
capacidad de consumo –en los que, de manera consciente o no, conviven narcos y
no narcos–, poco se sabe de sus orígenes y de lo que esta tendencia implica en
términos socioculturales. El Diccionario de la Lengua Española define así el
vocablo buchón: “Dicho del palomo o paloma domésticos: Que se distinguen por la
propiedad de inflar el buche desmesuradamente”.
Sin embargo, en Jalisco
la palabra se presta aun a diversas interpretaciones.
Sin embargo, hoy el
término buchón o buchona se aplica a quienes visten de manera extravagante,
llamativa y gustan de los narcocorridos. Y aun cuando no todos estén
relacionados directamente con el narcotráfico, muchos de ellos son proclives a
alguna de las manifestaciones de la narcocultura: ropa, música, vehículos,
alcohol.
EL ESTATUS PARA LOS BUCHONES
Por los que se interesan en el fenómeno aseguran que la palabra proviene de Sinaloa. Dicen que a los pobladores de la sierra que “cocinan” (procesan) la droga suele hinchárseles el cuello, de ahí que la gente haya establecido un símil de esta hinchazón con el buche de los animales. Ese habría sido el origen de la palabra buchón.
Otros aseguran que buchón se deriva de la palabra Buchanan’s, la marca de whisky escocés, toda vez que los integrantes de este grupo social consumen esa bebida, pues “denota estatus y reconocimiento”.
Ser buchón no sólo es sinónimo de moda, sino también de poder. Los jóvenes se afanan por ser temibles y manifestar su estatus, o por lo menos aparentarlo. Cada día son más aquellos que presumen trabajar de lleno para alguien narco “pesado”, aun cuando esto no sea del todo cierto. Eso, en su mundo, les da estatus. Cada día son más aquellos que presumen porque, dicen, trabajan para alguien “pesado”, pese a que no sea cierto. Lo que les importa es darse su importancia.
Su propósito es darse
una vida de muchos lujos y mujeres. Esos jóvenes dispendiosos son los wannabe
(los que quieren ser) narcos; los trabajadores de los capos o de sus hijos, los
narcojuniors. “Los buchones no siempre son narcos; muchos sólo son dealers
(narcomenudistas). Pero les gusta alardear sobre sus nexos con el narco”, dice
el entrevistado.
Su comportamiento
contrasta con el de sus “patrones”, quienes prefieren pasar inadvertidos;
visten de una manera más casual y conducen carros austeros. Por lo general no
permanecen más de dos horas en un sólo lugar.
"Lo ironico que ahora todo el
pinche mundo quiere ser narco; es una moda. Pero los que menos hablan, esos sí
son los pesados” comenta.
Y prosigue: Era sábado y el itinerario se inició alrededor de la medianoche. Karla (Alias) es contactada para ir a antro de moda. Al intentar subir a la camioneta para ir al local, una de las jóvenes comentó:
"La puerta está bien
pinche pesada. ¿Pues está blindada o qué?
"Pues, obvio, güey” responde una de sus amigas, sin vacilar..
Ya en el bar el
ambiente era tenso. En las inmediaciones se veían autos y camionetas Mercedes
Benz, BMW, Lincoln y Ford Lobo en espera del valet parking. Y en la entrada
había grupos de jóvenes altos, con cadenas en el pecho y diamantes, acompañados
de buchonas guapas y de generosos pechos y amplias caderas. Todas ellas con
zapatos de altos y brillosos tacones.
En las inmediaciones
del negocio, camionetas y autos de lujo hacen fila para entrar al lugar.
Algunos invaden incluso el carril derecho, pero eso no importa. Policías
federales y estatales hacen rondines sobre la avenida para “resguardar” la
seguridad de los tapatíos y evitar que algún extraño se colara en la fiesta.
Tras dejar a su amiga, su amiga Rebeca (Alias) comentó que aun cuando se les identifica como
las parejas de los buchones, la mayoría de las veces el papel de las buchonas
es brindar apoyo sentimental a sus compañeros, pero sobre todo ser fieles a
ellos.
Es el caso de otra chica,
quien durante algún tiempo fue acompañante de un presunto narco.
"Algunas veces
las buchonas sí tienen vínculos directos con narcotraficantes". comenta.
“A mí me decían que yo era buchona,
aunque para mí era sólo una moda el querer traer brillos hasta en las uñas de
los pies”.
Comenta que esa
posición es muy cómoda, sobre todo porque, dice, los viajes, regalos y halagos
son la constante. Recuerda que en su primera cita obtuvo presentes cuyo valor
era superior a 10 mil pesos. Luego siguieron los autos, dinero, ropa de marca,
diamantes y las fiestas.
Algunas de ellas admiten que terminan envueltas en el narcotráfico principalmente por
necesidad económica; lo mismo sucede con los buchones:
Hay tipos que se llevan hasta $50 mil pesos en una hora. Es dinero
fácil.
Pero ese estilo de vida
tiene un precio:
No se puede andar expuesta diariamente a la
luz pública.
De ahí que las gorras y los lentes oscuros sean su mejor disfraz.
“Hay mujeres que por dinero lo aguantan todo”
No pueden salir con
amigos de ellas porque se encelan;
No se les puedes poner al brinco. A una le mataron a un chavo con el que estaba saliendo.