martes, 21 de julio de 2009

-EL BAÑO AJENO

¡Incómodo! Bueno, digo difícil. Una de las cosas que más evito es hacer caca en casas ajenas. O sea, voy al hecho de que no hay nada mejor que mandarse una cagadita en el hogar, en la casa, en tu water, con tus revistas, tus libros, con tu música, con tu confort, con todo lo necesario para obrar sin reproches.


Yo personalmente me he tenido que contener varias veces porque las condiciones para cagar no están dadas. Cosas como la ventilación, aislamiento sonoro y tiempo, son factores considerables.


Sólo con amistades de mucha confianza, familiares y cuestiones así me he atrevido a tirar una buena cagáda, aunque por lo general son cagaditas tímidas, cagaditas de mentira. ¿Han sentido como se les cohibe el asterisco?

Mala onda. Sin embargo, y para la pesadilla de todos, hay veces en que los intestinos -¿y el destino?- nos juegan en contra.


Conozco a alguien que en su juventud pasó por algo que a mi parecer es traumante. El hombre fue a almorzar a casa de los papás de su novia -o sea, ni siquiera tus ¡suegros! ¡no, no! ¡los viejos de tu novia!- y sí huevon, tal como imaginas, le vino un ataque de caca de esos que te hacen decir "¡aaaah sí, que buena!" a cualquier cosa que te hablen, con tal de no perder la concentración en el esfínter, que en esos momentos pareciera tener vida propia.

Resumiendo... el chavo fue a cagar. Sí, es penoso porque aunque tu no digas "ay, voy al baño" igual todos cachan que fuiste a cagar. ¡¡Todos!!.


La cosa es que se mandó una cagada rápida pero poderosa, de esas donde tratas en lo posible de que salga más volumen de caca por segundo, haciendo presión fuerte por periodos cortos, apostando a la rapidez y arriesgando en emisión de ruido. Pues bien, hasta ahí todo bien dentro de lo que es esta peligrosa maniobra.

Luego de levantarse y limpiarse, todos nuestros miedos se materializaron cuando éste chico tiró la cadena. Son cosas del destino, quizás de gravedad, quizá de la luna, o de temperatura, quizá algún popo con inteligencia artificial o también pudo ser, no sé, ¿mala racha? Cosas que pasan... lamentablemente, nada, pero nada se fue. Todo el contenido de la cagada quedó flotando ahí, dando vueltas y de algún modo riéndose de él. La angústia de ver como todo seguía ahí desafiando a la razón, paralizó a mi amigo -según me contaba él-, sintió que algo helado le presionaba el cuello, que las manos le transpiraban y que su humanidad no debía estar ahí.

Precisamente esas sensaciones de presión lo hicieron reaccionar de manera equivocada. Luego de buscar con la vista un destapa caños y pensar algunas mílesimas de segundo en lo que haría, decidió... y, ¡ay señor! Decidió... tirar la cadena nuevamente ¡mientras aún nadaban de espalda los cerotes!



Pasmado y en estado de shock -como quien ve el accidente de un ser querido-, vió como el agua subía y subía, amenazando con revalsarse, ¡y claro!, un par de segundos después fue testigo en vivo y en directo de como el agua salía del trono del baño de la casa de los viejos de su novia, que tan amablemente lo habían invitado a comer esa tarde. El agua con caca -y pipí- salió del water, se esparció por el baño y logró atravesar los límites sagrados del baño, mojando lento pero seguro, la alfombra que existía a las afueras de la puerta. Para mala suerte, también un pedazo de mierda cayó al suelo, junto con su dignidad. Para él, el mundo se había acabado, sólo existía su problema, él y su ahuevonamiento.


Ya sabiendo este desgraciado que la había cagado, ¡si claro!, la había recagado, asumió las responsabilidades ahí mismo y determinó con hombría que no podía dejar los demás restos flotando a carcajadas. Pensó entonces en destapar como sea ese agujero, así que como el más hombre de los hombres, -pero con culiyera- se aguantó el asco y rápidamente se arremangó la manga -valga la puta redundancia- de la camisa y... si amigos, sí. Ehm... sí. Quizás el inspector Gadget hubiese sacado un brazo destapa caños para tal situación, pero acá, nuestro malogrado personaje sólo contaba con su santo brazo, para destapar el desagüe, y hacer justicia.


El brazo destapa caños, ¡madre mía, sirvió! El agua comenzó a bajar lentamente. Se lavó el brazo mientras ya le preguntaban desde afuera que es lo que había sucedido. Recogió con papel lo que quedó en el suelo e intentó secar un poco el agua y el pipí, salió del baño explicando la situación y de algún modo, seguía vivo, ahí parado afuera, mirando la cagáda que había dejado en -repito- el baño de la casa de los viejos de su novia, que tan amablemente lo habían invitado a comer esa tarde.

No se asusten, un par de años después el muchacho se casó con aquella novia y también tuvieron una linda hija. Así que si les pasa algo como esto, -cosa que dudo- no se desmoralicen pensando que su relación ya se cagó. De todos modos yo en lo personal seguiré evitando cagar en hogares ajenos, donde pesadillas como ésta pudiesen ocurrir.


Viva nuestro baño, lugar sagrado!!!!.

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